lunes, 9 de febrero de 2015

Mireya Baglietto y el Arte Núbico

La potencia de una mirada inaugural

 “(…) estás en el interior de los reflejos, estás en la casa de la mirada,
    has cerrado los ojos y entras y sales de ti mismo a ti mismo por un puente de latidos:
                       el corazón es un ojo (…)”
Octavio Paz, La casa de la mirada.


A partir de una sensibilidad capaz de echar raíces en la esencia de materiales primigenios y desde allí impulsarse hacia la experiencia liberadora de la ingravidez, la artista Mireya Baglietto ha trazado un recorrido cuyos procesos creativos y humanos desafían la tiranía del formato y la perspectiva cartesiana para revolucionar las posibilidades de la mirada y, por ende, del espíritu.
Al escucharla relatar las vivencias que a lo largo de los años fueron impulsándola hacia una nueva concepción del arte, es posible experimentar en la tibieza de su voz y en el claro fuego de su mirada, un pequeño destello que dentro del alma espeja la intensidad de su pasión creadora.
Con un amplio camino como dibujante, pintora y escultora, es la cerámica el lenguaje en el que tempranamente se destacó y que le sirvió como fundamento de futuras indagaciones.
La cerámica, con sus infinitas posibilidades donde aparecen los cuatro elementos en estado puro, fue en sus manos un verdadero laboratorio alquímico a partir del cual Mireya supo no sólo expandir un universo de formas potentes y cautivantes, sino llevar los aspectos técnicos a un nuevo nivel al desarrollar un sistema de esmaltes a través de  un método de combinación de sustancias que revolucionó la disciplina y que le llevó 15 años de investigación.
Sin embargo, fue la propia obra escultórica realizada en cerámica la que la condujo hacia una aventura fundacional donde lo matérico pierde su protagonismo para dar lugar a la vivencia.
“Estaba haciendo cerámica en el taller, preparando unas obras antropomórficas para una exposición y empezó a llover, y sentí que las obras comenzaban a decirme cosas, entre sus mensajes me comunicaban que estaban hartas de que yo me ocupara de sus pieles (que eran los esmaltes) y que querían compartir su espacio con la gente”.  Mireya decide entregarse por completo a la exhortación de esas voces que, desde la profunda sabiduría del barro, clamaban por ser espacio vital, espacio vivenciable, espacio total. 
“Terminé esa exposición y nunca más hice cerámica”, nos cuenta.
Tenía para entonces forjada una sólida carrera como ceramista con importantísimos reconocimientos como ser la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de la Cerámica Contemporánea en Praga, el Primer Premio Escultura del Salón Internacional de Arte Cerámico, el Primer Premio en el XVII Salón Anual de Arte Cerámico y I Premio en el Segundo Salón Nacional de Arte Cerámico, entre muchos otros. Y a pesar de la insistencia de sus colegas que la instaban a continuar presentantándose en los salones nacionales, tuvieron que pasar más de veinticinco años para que un día, con la decisión que la caracteriza, tomara una escultura de los años 70 y a partir de ella realizara una nueva obra de carácter cinético altamente vinculada al mundo del reflejo y al estímulo de la precepción. Fue con esta obra que obtuvo el Gran Premio Nacional de Artes Visuales, reconocimiento que marca un antes y un después en la carrera de cualquier artista argentino.
“Me había peleado, no con la cerámica, sino con el mundo del formato. Pude comprender que la cerámica me brindó la posibilidad de conocer profundamente los procesos de transformación de la materia, y no solo al servicio del formato, sino como generadora de trasformación alquímica. La cerámica me dio el sustrato necesario para llegar a reconocer que lo más importante en la obra es el proceso. De allí en más mi trabajo se centró en la producción de procesos y en comprobar que esa alquimia también se podía llegar a dar en las personas a través del medio adecuado”, afirma Mireya.
Pero ¿Cómo hacerlo?, se pregunta, ¿cómo iniciar un proceso creativo y plural abierto a la transformación humana? Al poco tiempo se da cuenta que para avanzar hacia algo nuevo debía primero desandar caminos, retroprogresar al origen, abandonar la convención que nos ha domesticando la mirada por medio de  la perspectiva monofocal y salir al ruedo  para abarcar el espacio total, el gran campo abierto y sensible que es el espacio mismo, el que nos circunda, el que nos habita, el que rodea a las estrellas y por donde transitan las galaxias. Esto significaba abandonar radicalmente la perspectiva monofocal heredada del Renacimiento y cambiar el eje de la comprensión del espacio mismo.  
Mediante un proceso creativo radicalmente inusual comienza a investigar nuevos recursos de la percepción para acceder al espacio total y desde allí poder renovar y ampliar exponencialmente la visión que tenemos del mundo. Para ello incorpora espejos que producen fuertes sensaciones de ingravidez que expanden, dinamizan y transforman la mirada. Ese será el comienzo del Arte Núbico.

Nube I y Nube III (Bienal Internacional de San Pablo, Brasil)

Definir los Espacios Núbicos es un enorme desafío, como señala Baglietto “todo es muy simple y a su vez complejo, tal como pudo ser el tajo que Lucio Fontana hiciera en la tela con el propósito de tocar el espacio, o como el salto al vacío que Ives Klein diera con la intención de trascender la condición humana. Asimismo es tan espiritual como el vínculo con la materia que creara Paul Klee, y tan comprometido socialmente como las acciones públicas que llevara adelante Joseph Beuys. El Arte Núbico tiene una cierta aproximación a las propuestas de Lygia Clark y Helio Oiticica, porque como ellos, destaca la sensorialidad, la participación y el espacio.”
Lo cierto es que aquellos que han tomado el espejo que convierte el techo en piso, modificando y ampliando radicalmente la percepción para adentrarse en la arquitectura pluridimensional de La Nube, han encontrado que este universo de pautas estructurales orgánicas donde no existen ángulos rectos, referencia preestablecida, ni elementos figurativos ni simbólicos, la memoria no logra hacer pie.  Allí, las sensaciones se abren a un nuevo sistema referencial. Se trata de un misterio a develar por cada uno.
De estas experiencias de ingravidez y atemporalidad dinámica, surge una nueva noción de arte como vínculo, arte al servicio de nuevas exploraciones dimensionales: arte como estímulo de la creatividad de todos.
“Yo siento y pienso que en este momento histórico falta protagonismo plural, sobre todo en relación al arte, que es mi tema. En el arte en general y fundamentalmente en el objeto artístico, el artista crea una obra y el público la admira. Para mí el arte debe superar su condición de objeto de admiración para convertirse en  generador de co- protagonismo. El camino para ello es la creación  de campos de experimentación y estimulación de la sensibilidad, campos que estimulen capacidades, algunas conocidas y otras prístinas que puedan neutralizar este sistema imperante que perversamente nos manipula, nos reduce y nos degrada. Muchas personas no se dan cuenta de que sentir es una capacidad humana que tiene el mismo nivel que pensar, ya que ambas corresponden a los dos hemisferios cerebrales. Si nosotros seguimos pensando sin sentir, continuaremos viviendo colgados de la teta del sistema. Creo que en esta época, en la que estamos al borde de una posible catástrofe, necesitamos reactivar la creatividad plural y meter corazón para superar infinidad de conceptos y lineamientos, que si bien quizá alguna vez fueron válidos, ahora ya no lo son, y en cuanto sigamos apostando a ellos quedaremos empantanados en un territorio reduccionista que hoy ya no sirve para sostener una sociedad”, reflexiona Mireya.
Y ciertamente el destete comienza cuando nos damos cuenta de la necesidad de salir a descubrir el mundo por nosotros mismos a través de un mirar dinámico y sensible, un mirar directamente ligado a la evolución, un mirar como el que ofrece el espejo dentro de los Espacios Núbicos, que a cada paso crea y recrea nuevas perspectivas.  
“La libertad de la mirada da una autonomía, que no la da el pensamiento. Porque yo puedo mirar, puedo percibir y dejar que eso que miro se desarrolle y crezca dentro de mí como una variable nueva capaz de alimentar el pensamiento. La propuesta núbica provoca precisamente eso,  que la persona no se relacione con nada de lo que ya conoce, para que de esa manera su mirada no tenga contaminación y sea verdaderamente prístina. En los Espacios Núbicos no hay ningún dato que pueda estar alojado en la memoria, porque en la medida que aparece algún elemento de la memoria ordinaria o de otro tipo de memoria más sofisticada, como la memoria simbólica, el pensamiento comienza a quitar protagonismo a la capacidad de percibir lo nuevo. Hoy, la mirada se ha domesticado, se ha sometido a la primacía del mundo plano para convertirnos en consumidores pasivos. Pero si somos libres con nuestras miradas podemos elegir con autonomía. El Arte Núbico nos acompaña a mirar espacios altamente significantes pero sin significados, porque quien busca y significa es la persona que los atraviesa desde su propia libertad”.


Nube IV Tu espejo del Universo (Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires).

A lo largo de más de tres décadas de investigación y creación con los Espacios Núbicos, Mireya Baglietto cuenta con un enorme archivo testimonial donde participantes, artistas, intelectuales y profesionales del campo del pensamiento han devuelto en palabras las profundas vivencias recorridas. Un paso pendiente sería el poder trabajar con neurocientíficos, para comprender que “rulo” hace el cerebro cuando no está domesticado y conocer lo que acontece en el organismo cuando le sacan la gravedad y se desdibujan los límites. Es decir, cuando “se habilita a fondo la libertad del sentimiento”.
“Entiendo al arte como un territorio social para habilitar el mundo del espíritu. Los Espacios Núbicos permiten que las personas se encuentren consigo mismas en ese punto cero que es la unidad humana, capaz de ignorar o romper todos los formatos y a su vez posibilitar campos nuevos, campos de religamiento con la totalidad, campos religiosos sin religión. Comprender el espacio que está tanto adentro como afuera de uno mismo. El espacio que hace  consciente a la respiración, donde nuestros alientos se interconectan en el espacio que nos habita a la par que lo habitamos; conjugando múltiples dimensiones en un “nuevo” concepto espacial que brota a nivel orgánico como parte de lo finito hacia una experiencia infinita”. Todo esto sucede porque el Arte Núbico que es un arte a escala humana, también lo es a escala cósmica”, afirma la artista.

Arcoiris (Centro Cultural Recoleta. Buenos Aires)

La obra de Mireya Baglietto plantea además una nueva pedagogía del arte que facilita experiencias de autodescubrimiento, que van más allá de la especialización y la sobrevaloración del concepto, también más allá de las validaciones académicas y la reproducción de formatos y tendencias. “Cuando no hay con qué enseñar creatividad, se enseñan formatos. Y ahí entramos en una paradoja, ya que se trabaja poco en las experiencias sensibles y mucho en los marcos teóricos y los códigos de moda que saturan en contenidos para evitar la experiencia. Pero un verdadero proceso creativo no tiene historia, no está en los libros, un verdadero proceso creativo hace la historia, crea los libros. Todo comienza en el territorio de la sensibilidad…después veremos.”
Un hecho poético no puede ser develado formalmente, es imposible reconstruir el poema a partir de sus partes, porque el misterio que lo sostiene precisamente palpita en sus intervalos, en el vacío que ha de ser habitado por el lector cuando éste decide dejarse habitar por su misterio.
El poeta Roberto Juarroz afirmaba “una red de mirada/ mantiene unido al mundo,/ no le deja caerse/ Mis ojos buscan eso/ que nos hace sacarnos los zapatos/ para ver si hay algo más sosteniéndonos debajo/ o inventar un pájaro/ para averiguar si existe el aire/ o crear un mundo/ para saber si hay dios”; y ese sentido de mirada-red es el pulso más íntimo y sensible del arte de Mireya, quien mantiene vigorizada y dispuesta su fe en el otro, en quienes aún son capaces de conmoverse, de sentir a pura tripa.
Por eso cada Espacio Núbico viene siendo un punto de encuentro de entusiastas, de valientes, de seres dispuestos a modificar su perspectiva las veces que sea necesario. Y por eso, al salir de la obra no dejan felicitaciones sino agradecimientos. Pues se trata de un proyecto que nos sacude desde el futuro, que empodera y emancipa las capacidades de un mirar constantemente amaneciendo.



Luis Eduardo Martínez


Miradas Núbicas. Muestra antológica. (Palais de Glace. Buenos Aires).



Para mayor información sobre la obra y los procesos creativos de Mireya Baglietto, pueden ingresar en su site: http://www.mireyabaglietto.com/ Donde encontraran un amplio registro visual de sus trabajos y una variedad de textos teóricos y vivenciales.

2 comentarios:

  1. ...Ah!
    Gracias y felicitación por tan precioso acercamiento a la obra de Mireya Baglietto.
    Abrazos!

    ResponderEliminar